jueves, 31 de octubre de 2013

Hacia una salida democrática de la crisis (cultural)

En numerosas ocasiones, sin percatarnos, y casi a diario, aplicamos a lo que nos rodea, apelativos, que, bien a causa de una ejecución poco escrupulosa, bien por una desatención deliberada, han perdido su significado original.

Son contenedores, que dada la asimilación general de lo que en apariencia son, no son sometidos a mayor inspección en las aduanas del pensamiento. De este modo, seguimos (siguen desde los media y el Establishment) llamando a nuestra atención sanitaria «pública» cuando no lo es, ni nunca lo fue. Seguimos (siguen) hablando de educación «pública», como si su simple nombramiento otorgase a la entidad un carácter de acceso universal a coste cero.

Seminario «Hacia una salida democrática de las crisis», Paraninfo Facultad de Historia. | PAULA IGLESIAS

Diversas voces advirtieron antes y después de la crisis crediticia del paulatino desmantelamiento del Estado del Bienestar. Zygmunt Bauman, mi sociólogo de cabecera, escribía esto en 2005 (Archipiélago de Excepciones):
«El Estado contemporáneo no puede seguir cumpliendo su promesa del Estado social, y sus políticos ya ni siquiera la repiten. Las políticas que el Estado contemporáneo pone en marcha presagian, por el contrario, una vida más precaria y cargada de riesgos que hará necesarias políticas aun más arriesgadas e imposibilitará casi por completo cualquier proyecto de vida consistente. Los políticos de nuestros días piden "mayor flexibilidad" a sus electores (lo que equivale a pedirles que se preparen para las inseguridades aun mayores que se avecinan).» 
En lo que tiene que ver con nuestra cien veces alabada Seguridad Social —entre los elogios, por comparación, el de Michael Moore en Sicko (2007)cabe mencionar que su estructura legislativa tuvo por contexto de redacción el año 1968, todavía bajo el régimen dictatorial de Franco. Su sanción, ahora recogida en nuestra actual (y pretenden inalterable) Constitución del 78, dejó, por su ambigüedad, numerosos huecos. Y no es materia de experto. Los recortes de ahora, los de las vacas flacas, han puesto en evidencia que el Ejecutivo de Rajoi está dispuesto a utilizar cualquier loophole para que las prestaciones y atencións social se ciña lo máximo posible a los (mal)interpretables límites impuestos por el siguiente texto:
Artículo 41 «Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres
Creo que no es necesario un amplio conocimiento legislativo para percatarse de que la redacción no quiere ir «demasiado lejos». Por ello —no quiero no pensar—mientras se inflaba la burbuja inmobiliaria no salió a la palestra mediática la atención médica de inmigrantes (ir)regulares, y pocos se quejaban si es que lo habían escuchado— del llamado «turismo sanitario». Por ello, también, ahora, que ya todo ha explotado en nuestros tejados, se aplican restricciones de todo tipo en aras del austericio (colectivo). Y, si estuvo todo bien (?) mientras solo les tocaba a los que venían de fuera (los otros), cuando sacaron la maquinilla para los autóctonos, se erizó más de una cabellera:
Los mayores de 26 años que no hayan cotizado nunca tendrán que declararse sin recursos para no pagar la sanidad. No tendrán derecho a la atención sanitaria no urgente salvo que acrediten estar por debajo de los ingresos mínimos. [...]
La pérdida (si es que podemos perder algo que nunca tuvimos) de la res publica a manos de la res privata, intensificada en la última década por la crisis financiera e inmobiliaria, nos obliga, o bien a retener lo que nos queda, o a buscar alternativas. Perdido lo público, solo nos queda —quizás— buscar lo común.

Hacia una salida democrática de la crisis (cultural)
Lo antes inferido tuvo como motivo un seminario realizado a finales de septiembre en el incomparable marco del Paraninfo de la Facultad de Historia, en Santiago de Compostela. Entre asientos de textura granate, pan de oro, y la atenta mirada de los rectos retratos e inspiraciones plasmadas en techo y paredes, transcurrió un juego organizado por Ania González y Horacio González cuyos participantes tenían mucho por ganar y muy poco que perder. Sin ánimo por perderme en las formas (aunque quizás ya sea tarde para excusarme), el fondo de lo allí debatido se basó en la presentación de la Fundaciones de los Comunes (FDC), por el sociólogo y doctorado en Historia, Emmanuel Rodríguez y la politóloga Marisa Pérez Colina, junto a diversos representantes de instituciones culturales independientes y públicas (presentadas en la convocatoria y actas por orden alfabético —también aparecen las que no pudieron o no quisieron asistir—), bajo el nombre de Hacia una salida democrática de la crisis.

Sesión de trabajo del seminario en donde participaron instituciones públicas y independientes. | PAULA IGLESIAS

¿La intención? Grosso modo: trabajar en la promoción de un espacio para las nuevas formas de institucionalidad en Galicia, tomando como referente la FDC, presentando propuestas concisas de colaboración entre amigos y extraños, acordando la realización de la mismas para evitar que se las lleve la corriente y alcanzar la consecución de al menos uno de los acuerdos; todo ello cuidadosamente redactado y pensado dentro de seis marcos de actuación entre los que podemos destacar el informal basado en el acuerdo verbal: 
«Para evitar las dificultades burocráticas que supone la ratificación de convenios y permitir la participación de instituciones sin personalidad jurídica, se ha elegido la forma del acuerdo verbal para los acuerdos de colaboración que, aún basada en la confianza entre las partes, tiene validez jurídica en el marco de la legislación española.»
Lo expuesto en el comienzo de esta crónica, que obvia deliberadamente la estructuración tradicional de pirámide invertida (que en periodismo es paradigma de la organización de lo más a lo menos importante, aunque ya me dirán qué sentido tendría esto si lo que viene a continuación es pura paja) son impresiones derivadas de la ponencia que realizó Marisa Pérez, entorno a la Fundación y el bien común. Su invitación permitió mostrar a ajenos y extraños que los gestores culturales de sello institucional público pueden trabajar con los colectivos no institucionales —en mayoría auto-gestionados, y de carácter independiente (en tanto en cuanto no disponen de una línea fija y presupuestada de erario público)— ya que el Patronato de la Fundación de los Comunes está constituido por asociaciones como Metrolab, la Universidad Nómada, Traficantes de Sueños y el Ateneu Candela, además de diversos colectivos, centros sociales y proyectos que se extienden por toda España y que (y aquí viene lo público) colabora con el Reina Sofía en el diseño —y cito— «de una nueva institucionalidad participativa y transversal». Según se recoge en el acta a este respecto (traducción del gallego):
«En lo tocante a las relaciones interinstitucionales de las que la Fundación participa Marisa informa del convenio que tienen firmado con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en virtud del cual tienen acordado un marco de colaboración de cinco años de duración y la elaboración conjunta de un programa de actividades. Pone como ejemplo la última [...]: un encuentro europeo para la reflexión y la construcción común de una alternativa política posible que consistirá en la reunión de nu grupo de pensadores políticos internacionales, la creación de unos grupos de trabajo y la celebración de una jornadas de puertas abiertas.»
En este instante tenía la palabra Silvia Longueira, todavía directora de la Fundación Seoane. | PAULA IGLESIAS 

Lamentablemente tan sólo pude acudir una tarde al seminario, de ahí el recurso a la actas, a pesar de que las jornadas duraron tres días con sesiones matutinas y vespertinas. El colofón se produjo el jueves por la mañana —día en el que fueron tomadas por Paula Iglesias las fotografías que acompañan este artículo— cuando por fin se vieron las caras los independientes y los institucionales, junto a los organizadores del seminario y la Fundación de los Comunes en una sesión de trabajo que tuvo por objeto la presentación de FDC, un análisis del contexto cultural gallego y una toma de acuerdos en torno a una serie de propuestas concretas entre las cuales estaba:
«Que la Cidade da Cultura de Galicia promueva y difunda las actividades de las distintas instituciones culturales gallegas mediante la creación de un espacio en su página web que, bajo el título de Interinstitucionalidad, recoja una selección de actividades que previamente sean comunicadas por mail al departamento de comunicación de la Cidade da Cultura de Galicia.» [todas las propuestas aquí]
Corolario
A día de hoy, un mes después de que el seminario tuviese lugar, ninguna de las propuestas ha sido realizada, si bien la reunión y la puesta en común obtuvo, según la organización, un resultado positivo. Espero, no obstante, que a medio y largo plazo (pues los cambios trascendentes llevan su tiempo) el seminario y lo discutido allí dé sus frutos, a pesar de que noticias como la cesión —con un inevitable tufo partidista y político— de Silvia Longueira, hasta hace una semana directora de la Fundación Soeane, nos siga recordando quien maneja esta oligo-barca, que a la deriva nos lleva.

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