domingo, 2 de diciembre de 2012

JALISIA FANECAS

Volver al Furancho de Arte Contemporáneo es siempre un placer. Es para culturadeseu un lugar recurrente, y hasta un fetiche. Los primeiros reportajes tuvieron lugar en esta casa situada a pocos kilómetros de Santiago de Compostela, en A Peregrina. Hacerlo, además, para cubrir la exposición de Diego Vites, cierra un círculo, y abre camino, en una senda llena, ahora, para el mundo de la cultura, de minas anti-persona.

'JALISIA FANECAS' tiene mucho que ver con la filosofía y razón de ser del FAC, pues del mismo modo que este espacio-proyecto artístico auto-gestionado pretende hospedar el excedente cultural (como el vino en los furanchos) que parece no tener cabida en los circuitos institucionales y comerciales del arte, la exposición de Vites quiere llamar la atención sobre la numerosa producción artística que permanece invisible, en un símil con la pesca de fanecas en una suerte de abundancia desvalorizada. La geada y el seseo, centran el foco sobre las diferentes formas de expresarse, lingüística y artísticamente hablando, y cómo pueden ser excluídas de determinados ámbitos por su condición minoritaria.
 


Con esta idea su caldeirada invadió los espacios de la casa de A Peregrina: el galpón, el galliñero (o cubo blanco) y el remolque del bosque que vigila el furancho. Con el fin de distribuir sus obras conforme a una coherencia conceptual, el artista trabajó durante varios días para dividir la estancia principal en diferentes zonas; delimitadas ora con maderas, ora con obras y lienzos, e inclusive con andamios de obra. En uno de ellos, como almenara, estuve yo de pinchatunes, amenizando la jornada, tirando fotografías, grabando el devenir de la tarde-noche, y comiendo lacón.


La obra de Diego Vites presentada el pasado vienres día 23 de noviembre, que comprendía trabajos realizados entre 2008 y la actualidad, y que estará expuesta hasta el 7 de diciembre, no dejó impasible a nadie. Entre las habilidades del autor se encuentra la de 'con-mover' al espectador, bien por el abanico cromático, bien por la pincelada, o la agresividad que las figuras denotan en muchas ocasiones.

Jugando con los significados y conceptos de lo que es o no es arte, e interesado por la visibilidad e invisibilidad del autor en los lugares de (in)visibilización artística —un buen ejemplo es la última creación denominada Ser Xesta, que cubrimos hace algunos meses, y que también se puede encontrar en Plétora— Vites creó una obra para la ocasión, una reminiscencia de lo efímero, en donde parecía estar sentado en una silla, en una esquina de la exposición, cubierto de hojas secas de otoño.

Formulada como un todo, en un recorrido pre-diseñado, la obra expuesta desprende la personalidad del artista. Lienzos con dibujos de hombres desnudos de los que sale un tercer brazo —detalle, el de modificar la naturalidad del cuerpo, por cierto, presente en varias de las obras—, cuadros en los que se juega con el soporte, con la movilidad de la obra y su interacción con el suelo-pared, o una escalera situada al lado de un palé sostenido por barras de obra y atado a la viga del propio edificio (para que el espectador pudiese obtener otra perspectiva de la muestra), fueron los elementos centrales situados en el galpón. Además, en la entrada de la estancia principal, en una especie de túnel, se colocó un pequeño televisor con un clip de video de un equipo de baseball amateur japonés que, casualmente, se llama Vites.


NON TRABALLAR NUNCA (no trabajar nunca)
Eran las palabras que se leían en un cartel que presidía el galpón, y que están relacionadas con una pintada situacionista del Mayo del 68. Son, para el artista, un intento de reivindicar el trabajo del creador, que si bien en algunos círculos puede no ser considerado como trabajo de verdad, se trata de una tarea continua de búsqueda en la expresión de ideas y emociones, que no comprende de horarios laborales, ni de necesidades fisiológicas. Ya no sólo al hablar del proceso interno de gestación de la idea, mas también de la propia ejecución de la obra y posterior exposición y montaje. Una labor, que sin ironía, puede resultar agotadora, debido a la exigencia de abstracción, elaboración discursiva y posterior plasmación física y química.


En relación con aquellos trabajos y creaciones que no fueron finalizados o que nunca vieron la luz por diversas razones, Diego Vites instaló en el cubo blanco una proyección de obras personales, en donde entre otras, se podían ver sus experimentos con objetos hinchables, y homages.


En ese lugar místico que es el remolque del bosque, pudimos asistir a un montaje de ramas y maderos que semejaban arder de cuando en cuando, ya que una máquina dejaba escapar golpes de humo. Una metáfora, para Vites, sobre ese arte que no calienta, que sólo es humo.


Corolario
Dejo fuera de este reportaje más reflexiones sobre la exposición. Pero es que podría dedicarle horas a la obra de Diego Vites. Es que, cuando uno asiste a la exposición de un amigo, tiende a dejarse llevar. Admito pues mi falta de imparcialidad. Pero no tengo pretensiones de ser objetivo. No puedo. Pues no soy objeto, si no sujeto. El día en el que sea objetivo será —siguiendo el razonamiento— por estar en una caja, en el panteón familiar.
Si les puedo prometer, sin embargo, que lo dicho (sic), rebosa honestidad.





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