"[...] al principio creía que iba a ir más por la historia de Alfonso Graña, el supuesto “rey de los jíbaros” de los años 30, aquel gallego tan sorprendente. Luego, tras algunos meses investigando, me convencí que la historia de Graña no sólo era carísima de documentar, también era objeto de deseo de otro docu más o menos en marcha, y, para colmo, descubrí la situación explosiva que había en ese momento en la Amazonía peruana. De repente, la cuestión indígena y medioambiental era tan fuerte y tan apasionante, que lo demás quedó relegado."Con una modesta aportación financiera de la Televisión de Galicia (que cubrió el rodaje y la postproducción de sonido, y poco más) la directora se embarcó —junto a un sonidista peruano, el señor Abreu y un traductor— en un periplo no exento de dificultades.
"Viajar por el Alto Marañón es caro y complicado, hay sólo una carretera en muy mal estado (la que aparece en el documental) y luego están los ríos. Los ríos tienen días, digamos, pero las barquitas siempre entrañan peligro. Las llenan demasiado y son frágiles para esas corrientes tan fuertes. Navegar por los ríos es arriesgado pero maravilloso, imagina la belleza… A veces llueve –o diluvia- y hay que taparse con plásticos el cuerpo entero. Como si las gotas de lluvia te dieran una paliza y hubiera que protegerse. Igualmente llegas agotada a puerto, pero es así, parte del asunto."Pero la comida, el frío/calor o la necesidad de echar una cabezadita no fueron sus únicos quebraderos de cabeza, pues debía encargarse de la producción, de avanzar y modificar el guión, revisar las grabaciones, cargar con el equipo: "llevábamos de todo: anti-mosquitos por litros, tiendas y sacos, botas de agua, medicamentos específicos, comida, agua potable… y suma a eso el equipo de vídeo y sonido…", y además uno tiene que aprender a desenvolverse no sólo con tribus indígenas (cuya acogida del rodaje del documental, en este caso, fue fantástica) sino con costumbres y horarios que nada tienen que ver con los nuestros; si es que existen:
"Producir en ese entorno siempre es complicado. No existen horarios ni nada que se le parezca. Dependes de la improvisación propia y, sobre todo, ajena. Porque no se suelen respetar los pequeños convenios de la vida cotidiana: quedamos con el barquero a las 10 de la mañana y aparece a las 6 de la tarde para decir que salimos mañana. Hay que relajarse y seguir ahí, intentando, porque al final lo consigues. Yo creo que resistí toda esa presión de trabajo y responsabilidad porque estaba un poco en trance. Entre la belleza del lugar y la urgencia por contribuir a que siga existiendo, estaba como en una misión. Y no podía flaquear."Es por ello que Cora, tanto cuando la conocí como en esta entrevista, habla de la necesidad de contar con un buen productor/a. A pesar de ser esta una su muy monopelícula, en la que la voz en off en castellano del documental es la suya propia —pues se quedó sin presupuesto— además de su montaje, su dirección, su guión: "¡pero tener un productor… qué tesoro sería! (creo que oigo a todos los directores de documental de bajo presupuesto suspirar conmigo)."
"La voz indígena debe oírse"
La historia de los awajún es, tristemente, un tópico. O así permanece en nuestro in-consciente. Escuchamos que están esquilmando la Amazonía, el pulmón del planeta, que están acabando con una cultura, que les están arrebatando sus casas, su entorno, su forma de vida a unos indígenas jíbaros; que la industria maderera, la petrolífera y gasística están destruyendo, contaminando y minando un ecosistema de tremenda importancia, no sólo para sus habitantes, sino para el resto do mundo... Y nos suena a cancioncilla de Greenpeace, a un delirio de ecologista, a un ruído distante, cómo cuando nos hablan del cambio climático, o de la caza de ballenas. Yo no les puedo convencer de la importancia de todo esto, pues, al fin y al cabo, yo no vivo en la Amazonía, ni soy un awajún. Pero por eso Cora ha hecho algo grandioso, que es traernos la voz indígena, en un documental con testimonios de primera mano, implicados políticos, antropólogos, empresarios y vecinos, que permiten al espectador indentificarse con la historia, por muy lejos que esté ocurriendo.
"Para mí las satisfacciones de este proyecto han sido de cualquier naturaleza excepto económicas. Pero no me quejo, lo volvería a hacer", confiesa Cora. Tras su estreno, 'Apash, los de fuera' ;sigue apareciendo de vez en cuando en algún festival; con los medios que están a su alcance, su directora sigue intentando difundirlo para que el mayor número de gente pueda conocer la historia de los awajún. Por eso un año después de conocernos he vuelto a hablar con ella. Para que la conozcáis, conozcáis su historia y veáis el documental. Si estáis en Santiago de Compostela, tenéis una cita el próximo jueves 14 de Marzo, en el piso de abajo del Kunsthalle (en Rúa da Conga, al lado de Praza Quintana). Cora estará con nosotros y veremos el documental a partir de las 20.45. Nos vemos allí.
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